jueves, 6 de septiembre de 2012

Un poco de escepticismo al aula.

Muchas veces me he preguntado cómo gente tan inteligente, puede seguir creyendo, fácilmente, en cosas tan extravagantes como el horóscopo, las vírgenes que lloran, las apariciones del diablo en el humo de un incendio, etc. Y es que el ser humano siempre ha querido explicar cómo funciona el mundo y en esa búsqueda, el mito ha estado presente en todas nuestras culturas. Somos supersticiosos por naturaleza, nuestro cerebro parece estar configurado para creer, es una necesidad, ya sea para sentirnos mejor o para cuando no hemos encontrado una buena y convincente explicación. Pero, desde la Grecia clásica, el llamado escepticismo se ha opuesto a un "creer por creer". Actualmente, ya no apunta solo a mitos, brujería o religiones; sino también, a la propia ciencia. Según los escépticos, todas las afirmaciones son temporales porque nada ha sido probado en su totalidad; entonces ¿porque creemos tanto en la ciencia? y, sobre todo, ¿cuántas de nuestras creencias científicas pueden ser falsas?

La evolución de la vida, desde los seres más sencillos (las bacterias) hasta el ser humano, nos ha trasmitido la idea que la evolución es algo progresivo; pero si eliminamos toda forma de vida compleja de la tierra y dejamos solo a las bacterias ¿volvería a surgir el ser humano? Algunos lo niegan porque piensan que no somos más que un accidente en la evolución; otros lo afirman pero aseguran que ese nuevo humano tendría características diferentes. Entonces ¿debemos seguir representado la evolución como una progresión? Realmente ¿Se puede hablar de especies avanzadas? ¿Se puede afirmar que solo existe un universo? ¿Cómo demostrarlo?

Estas preguntas demuestran que el desarrollo científico necesita escépticos que cuestionen las ideas establecidas, dándonos una nueva percepción del mundo. Así como nos reímos por lo absurdo que era creer que la tierra está en el centro del universo en la época medieval; de que ideas, que damos hoy como reales, se reirán las generaciones futuras. Ante esto, el escepticismo hace que nos cuestionemos si, realmente estamos en una sociedad basada en el conocimiento o, en la ignorancia. Porque, al ser animales que buscan pautas, como las que tiene la naturaleza y unimos los puntos que encontramos para conectarlos, siempre tenderemos a ser supersticiosos, a pesar de que los tipos de superstición cambien con el tiempo (ya no creemos en brujas, pero sí en reptilianos).

En la escuela Gestalt, las imágenes se prestaban a dos interpretaciones; por ejemplo en una misma imagen se podía ver una anciana o una joven. La situación es que si se predispone a la gente para que vean a la mujer anciana, verán, en esta imagen neutra, a la anciana. La conclusión que podemos sacar de esto, es que tendemos a ver lo que esperamos ver. De esta forma se complica la objetividad que pretende la ciencia, porque los científicos tienen los mismos sesgos cognitivos que el resto de la gente. Sin embargo, su diferencia con las otras tradiciones explicativas, es que la ciencia tiene un mecanismo de autocorrección; si no descubres tus propios sesgos, lo puede hacer otro; en esto consiste lo objetivo de la experimentación.

También tenemos esa curiosidad innata para observar retos y acceder a cosas nuevas. Somos exploradores por naturaleza; somos científicos natos con ganas de entender el mundo y darle un sentido. Lo que no es tan natural son los métodos de comprobación, porque recién los usamos desde hace dos siglos aproximadamente. Por ejemplo en medicina, somos supersticiosos. He escuchado que la tía de mi prima se recuperó del cáncer porque tomó extracto de algas, entonces voy a probarlo para curarme. Aquí no hay conexión. Tal vez sí, tal vez no. La gente piensa intuitivamente, bueno he visto que esto y lo otro pasaron a la vez, entonces tiene que haber un vinculo causal. Pero esto no necesariamente ocurre, aunque la mayoría lo vea así; he aquí donde un nuevo tipo de ciencia (la escéptica) se puede diferenciar.

La gente esta motivada a creer, a pesar de que pocas veces tiene beneficios; la memoria funciona de tal modo que recordamos los aciertos y olvidamos los fallos y como somos seres supersticiosos solo necesitamos una recompensa de vez en cuando. Lo vemos en el horóscopo, los casinos, las apuestas y en los videntes, los cuales, con dos aciertos de quince afirmaciones, les basta para que vuelvas a consultarles. Ante esto, la ciencia debe tomar en cuenta tanto los aciertos como los fallos. En los horóscopos se ponen verdades universales, las cuales relacionamos con los sucesos que nos suceden o queremos que suceda, esto es puro uso de psicología. Muchos de los videntes son actores y saben que juegan con la mente de los demás; pero otros creen que realmente tienen ese don y no se dan cuenta que están en un psicodrama. Los que acuden a espiritistas quieren que sea verdad lo que él les diga, así que ayudan al vidente porque quieren que este, sea real. Luego el vidente les dice algo, y ellos a su vez le dan una y otra información, no se dan cuenta que todo esto es un engaño compartido.

Todos somos susceptibles a este tipo de supersticiones; quizá, si eres una persona que te basas en la ciencia, no te tragues lo de los videntes; pero sí aceptas acríticamente afirmaciones de políticos, filósofos o economistas. Todos tenemos un tipo de superstición y debemos estar atentos para no caer en estas falacias de pensamiento. Recordando a Francis Bacón debemos tener en cuenta nuestros propios sesgos (mi crianza, mi personalidad), los sesgos de grupo (nuestra comunidad especifica), los sesgos del lenguaje (como hablamos y pensamos en el mundo) y los sesgos de nuestra especie (del diseño de nuestro cerebro); en este último creo encontrar el porqué, también, tendemos a contemplar el mundo de manera dual (blanco – negro, bien – mal, ellos – nosotros).

En los últimos doscientos años, desde una perspectiva amplia, se ha mejorado mucho, la gente es menos supersticiosa; gracias a la educación pública y al auge de la ciencia y la tecnología. Pero en los últimos 30 años el panorama ha dejado de ser tan bueno, debido a que no resulta natural pensar escépticamente. Ante esto el escepticismo debe incorporarse en el sistema educativo, debemos enseñar principios de pensamiento escéptico que, simplemente, es actitud científica y aplicarlo a otras áreas, no solo a la pseudociencia. Se utilizaría el escepticismo para tener expectativas sobre las cosas que la ciencia todavía no sabe con certeza. Por ejemplo: la teoría de las cuerdas, el cual, aun, no es ciencia empírica pero tiene belleza y coherencia matemática y en los próximos años podemos ponerla a prueba y descubriremos si tienen validez o no. Incluso, si bien, todavía, no hay pruebas científicas para el viaje en el tiempo, hay que examinarlo escépticamente, pero sin descartarlo. Hay que tener la suficiente amplitud de mente ante nuevas ideas radicales para no perderse la próxima revolución; pero a la vez no ser tan abierto, de tal manera que perdamos la capacidad crítica y terminemos aceptando cualquier idea estúpida que se nos plantee. Debe haber un equilibrio entre la credulidad y el escepticismo dogmático: el escepticismo de actitud abierta.

Actualmente, seguimos siendo capaces de hacer pseudociencia o creencias casi de todo, como en las leyendas urbanas que cuentan en el barrio o en nuestras familias. Pero sobre todo, aquí quiero ser muy enfático, me referiré a las leyendas que nos cuenta la religión. Qué te parece el siguiente razonamiento: las pirámides egipcias son construcciones con gran complejidad, en la época que fueron construidas, los conocimientos en ingeniería eran menores que en la actualidad, además se desconoce cómo se construyeron. Con todos estos argumentos podemos afirmar que las pirámides fueron construidas por extraterrestres, cosa absurda ¿no? Bueno este razonamiento es muy parecido al que usan los nuevos creacionistas para explicar la existencia del mundo y del universo.

Desde que Darwin publico su teoría de la evolución, los creacionistas han hecho muchos intentos para desacreditarla, lo malo es que se están saliendo con la suya. La mayoría de peruanos cree que el Dios Yavhe nos creó, de una sola vez, hace seis mil años; muy pocos creen que nos hemos desarrollado de formas más primitivas de vida, sin alguna intervención divina. Los datos recogidos por la paleontología, geología y la biología molecular permiten afirmar que la vida evoluciona, aunque eso no convence a muchos peruanos. En Estados Unidos, país conservador, se relacionó la evolución darwiniana con cierto declive moral sucedido a inicios del siglo anterior. En 1925 se prohibió la enseñanza de cualquier teoría que contradiga a la creación divina. Recién en 1968, gracias a una profesora de biología quien apelo a su derecho de hablar libremente se revocó esta ley; la evolución ya no podía ser excluida de la educación y los dogmas religiosos se declararon anticonstitucionales. Los creacionistas, ante esto, sacaron un as bajo la manga: la ciencia de la creación, colándose en los libros escolares, junto con la evolución. Afortunadamente un juez de Arkansas afirmó que el creacionismo no es una teoría científica, ya que en ciencia, las explicaciones solo pueden surgir de leyes naturales y no de sobrenaturales.

Los creacionistas aprendieron su lección, disfrazaron sus argumentos de ciencia inventando la teoría del diseño inteligente que afirma que el mundo es demasiado complejo para ser el producto de leyes naturales; por lo que es inevitable recurrir a la idea de un diseñador inteligente, publicando masivamente sus teoría “científicas”. Actualmente, a raíz del concilio Vaticano Segundo, los católicos admiten la evolución dada la gran cantidad de datos científicos que hay, pero algunos grupos fundamentalistas protestantes (mormones, testigos de Jehová, etc.) siguen interpretando la biblia literalmente. Ante esto, es importante la defensa del escepticismo en las escuelas, de ese análisis continuo y constante que tenemos que hacer a la realidad, que no nos permite quedarnos tranquilos y decir ya lo sabemos todo en esto.

Finalmente, hay una gran confusión entre el derecho de poder decir cosas y la imposibilidad de criticar las cosas que se dicen. Yo puedo respetar mucho a la persona que dice que las líneas de Nazca eran un aeropuerto extraterrestre; sin embargo en educación tenemos la obligación de explicar nuestra argumentación con cosas de este mundo, sin tomar hipótesis innecesarias como la anterior. Ese espíritu crítico es lo que se debe defender en las escuelas y en la sociedad porque es la herramienta que nos ha permitido tener cuotas de progreso. Además, esto no quiere decir que hay que callar a quienes expresen ideas no comprobables o comprobadas (no hay que establecer inquisiciones científicas) si no hay que exigir a quien hace una afirmación, que la demuestre adecuadamente porque ese es el camino que nos permite llegar a un conocimiento cierto.

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