domingo, 16 de diciembre de 2007

Dominar el currículo no basta para enseñar bien


El dominio curricular del docente, siendo necesario, no basta para garantizar buenos resultados. Esto no es una simple opinión. No es suficiente que la vida nos haya colocado repetidas veces delante de profesores muy duchos en su materia pero a le vez pésimos enseñantes, completamente desconectados de las necesidades y posibilidades de sus estudiantes o intolerantes y fácilmente irritables ante sus dificultades. Por si fuera poco, evaluaciones anteriores del rendimiento escolar, realizadas en el Perú y en diversos países latinoamericanos, han puesto en evidencia la fuerte relación existente entre mejores logros de aprendizaje y ciertas características del profesor, que no pasan por su «dominio del curso» sino por sus habilidades pedagógicas.


Algunas de estas cualidades destacables son, por ejemplo, las altas expectativas que coloca en las posibilidades de sus alumnos, su disposición a apoyar a los que tienen mayores dificultades, el uso correctivo y no sancionador que hace de los resultados de las evaluaciones que efectúa en clase, su capacidad de construir un clima lo suficientemente acogedor como para propiciar una identificación muy alta de los estudiantes con la clase y la escuela, entre otros.


A nadie en su sano juicio se le ocurriría cuestionar la necesidad de aumentar el dominio de los docentes sobre los contenidos del currículo. Es evidente que los maestros requieren poder demostrar, mínimamente, los mismos conocimientos y capacidades que sus alumnos deberían lograr, con su ayuda. No cabe duda que los estudiantes que tienen profesores que saben lo que enseñan tienen mayores posibilidades de aprender mejor que aquellos a quienes les tocó un maestro que no sabe lo que dice. No obstante, lo que los docentes deben entender ahora, es que enseñar ya no es recordar datos, conceptos y fórmulas, sino saber utilizar estos conocimientos y procedimientos de manera creativa para resolver problemas o lograr determinados objetivos en ámbitos y circunstancias diversas. Para lo primero no era necesario pensar, bastaba repetir. Para lo segundo, aprender a pensar y a producir ideas originales es indispensable.


Entonces, cabe preguntarse ¿un docente que tiene un alto dominio curricular en el área de ciencias está automáticamente habilitado para enseñar a pensar? Las evidencias de que ambas cualidades, siendo ambas necesarias, no van necesariamente juntas, es abrumadora.Más aún, si la identificación de los alumnos con la clase, el aprendizaje y la escuela resulta tan esencial para obtener mejores rendimientos, es imprescindible contar con docentes que sepan motivar, influir sobre su estado de ánimo, sostenerlos ante eventuales frustraciones, distinguir las mejores aptitudes de cada uno y saber aprovecharlas, construir un ambiente acogedor y distendido basado en la confianza y la colaboración mutuas. Se puede saber mucha matemática y, a la vez, no saber cómo se construyen relaciones humanas de esta calidad en el aula.


Una vez más, esto no es una simple opinión. Los estudios demuestran que este aspecto juega a favor de mejores resultados y es eso lo que deberíamos buscar. Desconsiderar la calidad de la enseñanza en próximas evaluaciones a maestros, transmitiría de manera equívoca el mensaje de que para mejorar los aprendizajes es suficiente que los docentes conozcan un poco más sus materias, pero que no es relevante la calidad ni de su trato ni de su enseñanza. ¿Vamos a evaluar esto también o lo vamos a seguir postergando sólo porque toma más tiempo y nos resulta más complejo? ¿O es que es una evaluación con fines políticos?

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