domingo, 16 de diciembre de 2007

Disciplina: maestro ó policía

En las escuelas, la disciplina se asocia a una acción severa, que se aplica cuando aparece un conflicto, o algo grave sucede: Juan le pegó a Pedro; Mariela interrumpió la clase; Rodrigo insultó a la directora, etc... Cuando un docente atrapa a un alumno cometiendo una falta, el niño recibe un castigo. Si bien algunos alumnos tienen dificultades para cumplir reglas -o respetar la autoridad-, los castigos no son la respuesta más efectiva. Cuando un docente castiga a un niño, siente que actúa más como policía que como maestro.

La diferencia entre castigar y enseñar es muy profunda: mientras la primera acción infunde temor, la segunda siembra respeto. El castigo no educa efectivamente porque todo control externo es temporal. Una vez que un alumno ha "cumplido la condena", se siente liberado de toda responsabilidad posterior. Ordenar obediencia no equivale a estimular la responsabilidad.

Obedecer -o desobedecer- son conductas basadas en la "pérdida a evitar" (el castigo), no en la "ganancia a obtener" (la formación del carácter). Si la disciplina se basa en la represión, no perder se vuelve más importante que ganar. Cuando un docente asume el rol de policía, sus alumnos se portan bien únicamente... para evitar problemas con la ley! Sin embargo, la disciplina no tiene por qué alejar a los maestros de su rol pedagógico. Al igual que las matemáticas, o la química, la disciplina puede enseñarse. La conducta en clase es un área de aprendizaje que contribuye directamente con el desarrollo de la inteligencia emocional y del carácter de los niños y de los adolescentes. Si atendemos a esto, la disciplina puede dejar de ser un problema y volverse una oportunidad para formar personas responsables.

Un programa de disciplina efectivo se basaría en la responsabilidad: los estudiantes se comportan porque es mejor para ellos y no porque deben obedecer -o complacer- a una autoridad. La motivación intrínseca es más efectiva para inculcar disciplina, porque se basa en dos principios de efectividad: el cambio ocurre de adentro hacia fuera y la elección faculta. Veamos un poco más de cerca cada uno:

El cambio ocurre de adentro hacia fuera: nadie puede cambiar a otra persona. Piense en sus relaciones más cercanas (su familia, sus amigos, sus colegas) ¿Cambió usted a alguno de ellos? Si se produjo un cambio en alguna de estas personas, seguramente fueron ellas mismas las autoras. Podemos coercionar a alguien para lograr una obediencia temporal, pero los cambios sostenibles siempre son fruto de una motivación interior. Por ejemplo, si en una clase un alumno golpea a otro y éste le devuelve el golpe, la responsabilidad es de ambos. Si bien el primero inició la pelea provocando a su compañero, éste tiene tanta capacidad de elegir golpear o no, como el provocador. La lección de disciplina que podemos extraer de este principio es la siguiente:
- las personas eligen sus propias conductas

La elección faculta: ofrecer opciones, faculta a las personas a cambiar. El crecimiento psicológico de un niño se basa -en gran parte- en el desarrollo de su capacidad de elección. Así como un bebé usa pañales porque no tiene control sobre su cuerpo, a medida que crece deja de usarlos porque aprende a ganar control. Lo mismo ocurre con la mente y las emociones: cuando crecemos vamos ganando control sobre ellas y eso nos da "espacio" para responder ante un impulso. En el desarrollo de nuestra inteligencia emocional, el auto-control es una capacidad fundamental. Para ilustrar este principio, consideremos la siguiente situación en una clase: un estudiante entra al salón y vuelca el cesto de residuos. A partir de este incidente, pueden ocurrir dos cosas: que el docente le ordene que lo acomode, o que el alumno lo haga sin que nadie le diga nada. La segunda acción siempre tendrá un impacto más duradero. Este principio nos da la siguiente lección de disciplina:
- la autoevaluación y la auto-corrección son esenciales para lograr un cambio de conducta

Reconocer que nadie puede cambiar a otra persona y que la elección faculta, nos permite ver la disciplina con otros ojos. Esta nueva mirada nos lleva a comprender que el auto-control es más efectivo que el control externo, simplemente porque la responsabilidad es más gratificante que la obediencia. Muchos maestros se sentirían aliviados de no tener que manejar la clase, ni "hacer cumplir la ley". Crear un entorno no coercitivo en el que los estudiantes sientan que no serán perjudicados, reduce el estrés del maestro... y el de toda la clase! Los alumnos reconocen la conducta inefectiva, se auto-_evalúan, hacen propio el problema y desarrollan un plan para corregirlo. En el proceso, crecen muchísimo.

Los docentes son líderes de sus clases. Un maestro que enseña a decidir, está mucho más comprometido con el desarrollo de sus alumnos, que aquel que los obliga a obedecer. ¿No sería mejor dedicarse a ser maestro... en lugar de policía?

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